Hacia mediados de
1975 la dirección del Partido abre la participación en la Compañía
de Monte "Ramón Rosa Jimenez", que operaba al sur de la
provincia de Tucumán, a compañeros/as que decidieran hacerlo de
manera voluntaria.
Me anoté en esa
lista. Una tarde de julio o agosto de 1975 recibo una llamada
telefónica en mi trabajo. Era Ana (Adriana Spaccavento), quien
necesitaba encontrarme. Le digo que en unas horas cuando saliera del
trabajo, pero ella insiste, que saliera ahora del trabajo, ya que "me
iba", remarcando estas dos últimas palabras.
Comprendí en ese
momento a que se refería, inventé una excusa en el trabajo y me fui
para nunca más volver.
Fui al encuentro con
Ana, me cuenta la novedad y me pasa la cita para el día siguiente
muy temprano. Fuimos a la casa de un contacto/simpatizante que ambos
conocíamos. allí pasamos el resto del día y las horas de la noche
hasta la primeras luces del día cuando me despedí de los cros dela
casa, ya que no podría seguir atendiéndolos debido a una "nueva
tarea", y partimos con Ana.
Me acompañó hasta
una estación de tren donde nos despedimos con un abrazo demorado y
subí al tren para dirigirme a una localidad cercana del gran Buenos
Aires, donde era el lugar de la cita.
Recuerdo que era muy
temprano, talvez 6 o 6 y media de la mañana. Era una zona industrial
en la región norte del gran Bs. As. y el movimiento de obreros
camino al trabajo era intenso. Tenía que encontrar a un compañero
que estaría en determinado lugar y a quien reconocería porque
tendría en la mano "un libro rojo".
Llego a la hora
convenida y a medida que me voy acercando veo a una persona con algo
rojo en la mano. Supuse que sería el libro y me fui acercando al
compañero que me sonreía. Cuando estuve frente a él me estrecha la
mano saludándome y observo con algún estupor mal disimulado que el
"libro rojo" que sostenía en su otra mano era un pequeño
libro editado por el Partido: las "Resoluciones del IV Congreso del
PRT", cuyas tapas efectivamente son del color citado.
El continuaba
sonriendo sin darle mucha importancia a ese hecho, que para mi
significaba una falta grave a las normas de seguridad, etc. Tomamos
un colectivo y en poco tiempo estábamos en una zona de quintas
residenciales, usadas habitualmente el fin de semana. Nos dirigimos a una, que estaba
totalmente desamueblada y donde creo que ya había algunos
compañeros/as.
El compañero que me
había contactado en la cita era LIONEL MACDONALD, el Capitán Raúl,
quien fuera el último Capitán de la Compañía de Monte.
Estuvimos en esa
casa-quinta unos tres días aproximadamente, mientras Raúl salía y
volvía con algún nuevo compañero/a que se sumaría al grupo, hasta
que llegamos al número de 8-10 compañeros, completándose el grupo.
El último día
hacemos un asado y Raúl nos entrega los pasajes del tren que esa
tarde partiría hacia la ciudad de San Miguel de Tucumán. Raúl me
entrega la cita del contacto en Tucumán por ser el único cro que
conocía Tucumán, transformándome en el responsable circunstancial
del grupo durante el viaje, hasta nuestra llegada y se haya establecido el contacto con los
compañeros en Tucumán.
Establecemos lo que
llamábamos "el minuto", o sea la/s coartada/s, que
pudieran justificar todos nuestros movimientos hasta llegar a destino
y que no pusieran en riesgo la seguridad de compañeros y/o de
actividades que estaban en curso.
A mi me toca "formar
una pareja" con una compañera chilena del MIR, que en nuestro
país militaba en nuestras filas y su seudónimo era "Carmen". Me contó que su compañero, también chileno, SARGENTO DAGO, había caido combatiendo en la Compañía de Monte meses atrás. Hablamos mucho durante el viaje de unas 15-20 horas.
Si bien todos en el
mismo vagón, no viajamos como un grupo. Entre nosotros éramos "desconocidos". Nos separamos de acuerdo a los "minutos"
pre-establecidos entre los compañeros y compañeras.
Raúl nos despide en
la estación Retiro del ferrocarril.
Una vez en Tucumán,
nos llevan a una casa donde esperamos un par de días, mientras vamos
organizando la parte práctica y material de la "subida".
Había que llevar, además de los pocos efectos personales
(basicamente la ropa "civil"), otros suministros para los
compañeros que ya estaban en el monte, comida y otras cosas que
fueran necesarias.
Pasados esos días,
un comienzo de noche nos ponemos literalmente en marcha. Nos dirigimos
hacia un suburbio de la ciudad, donde termina la zona
urbana y comienzan los cañaverales. Allí disimulados entre los
cañaverales nos esperan unos compañeros con el armamento,
uniformes, alpargatas, "mochilas" (bolsas de arpillera, con unas tiras
cosidas, para poder colocar en nuestras espaldas), etc.
Reconozco a uno de
los compañeros que allí nos está esperando, es Raúl, quien nos
saluda con una sonrisa que casi siempre veré estampada en su rostro.
Parte la marcha, que
realizaremos solamente durante las horas de oscuridad. Antes que
comienza a clarear nos ubicamos entre las cañas, que forman un
escondrijo perfecto. Allí pasamos todas las horas de luz del día, la mayor
parte del tiempo durmiendo, con las respectivas guardias en
funcionamiento. Son unas tres noches de caminata, hasta llegar al
primer punto de destino, uno de los campamentos.
Es el pelotón "J.
Reynoso", y allí me quedo junto a otros compañeros. El
responsable político del pelotón era el "Teniente Basilio",
HUGO DUCCA, a quien también llamaban "el cura", compañero
santiagueño, dirigente histórico desde la fundación de nuestro
Partido. Murió enfermo en octubre de 1975.
El Capitán Raúl,
también conocido como "Pasto seco" cae en combate el 21 de
octubre de 1976.
Hasta la victoria siempre compañeros!!!
ResponderBorrarViva la compañía de Monte !!!