20 agosto, 2015

RAYMUNDO GLEYZER

RAYMUNDO GLEYZER, compañero cineasta del PRT-ERP, secuestrado el 27 de mayo de 1976










"MASACRE DE TRELEW" - 22 DE AGOSTO DE 1972



El 15 de agosto de 1972 miembros de las organizaciones guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros intentaron concretar una fuga masiva de la cárcel de Rawson, donde se encontraban recluidos. Durante la huida murió un guardiacárcel. Seis jefes guerrilleros –Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna , del PRT-ERP, Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, de las FAR, y Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros- lograron subirse a un avión secuestrado y refugiarse en Chile, desde donde partirían más tarde hacia Cuba.

Sin embargo, el objetivo perseguido -la fuga masiva de más de un centenar de personas- no logró alcanzarse. “Se formaron distintos grupos: un primer grupo de seis, que se fuga, un segundo grupo de 19, que es el que queda en el aeropuerto, y un tercer grupo de 110, que no alcanza a fugarse”, señala el ex jefe montonero Fernando Vaca Narvaja, uno de los protagonistas de la fuga del penal de Rawson.

Las 19 personas a las que alude el líder montonero no llegaron al aeropuerto a tiempo para subir al avión y se rindieron el 16 de agosto ante los efectivos militares, solicitando garantías públicas por sus vidas en presencia de periodistas y autoridades judiciales. El capitán de corbeta Luis Emilio Sosa los condujo hacia la Base Aeronaval Almirante Zar de Trelew.


Lanusse sacó de jurisdicción al penal de Rawson y al Aeropuerto de Trelew y decretó el estado de sitio en el momento en que se estaba negociando. De esta forma, la máxima autoridad ya no era el juez civil sino el jefe militar de la base. Entonces, en vez de reintegrarlos al penal, se los trasladó a la base militar Almirante Zar y en la madrugada del 22 se da esta salvajada del fusilamiento. 

Los responsables directos fueron los capitanes Sosa y Bravo y parte del cuerpo de suboficiales de la Marina”, sostiene Fernando Vaca Narvaja.

En la madrugada del 22 de agosto los detenidos fueron instados a salir de sus celdas formando dos hileras. En ese momento, los militares dispararon sus ametralladoras y mataron a dieciséis de los diecinueve detenidos. 

De acuerdo con la versión oficial, uno de ellos, Mariano Pujadas, había intentado arrebatarle la pistola a Sosa en un nuevo intento de levantamiento. Sin embargo, los tres sobrevivientes de la masacre, María Berger, Carlos Alberto Camps y Ricardo René Haidar, gravemente heridos, aportaron sus denuncias y testimonios sobre el fusilamiento.

texto precedente extraído del libro "Lo pasado pensado" de Felipe Pigna.



MUERTOS EN EL FUSILAMENTO:

Carlos Alberto Astudillo (FAR). Nació en Santiago del Estero el 17 de agosto de 1944 (28 años), estudiante de medicina en la Universidad de Córdoba. Detenido el 29 de diciembre de 1970 y brutalmente torturado.

Rubén Pedro Bonet (PRT-ERP). Nació en Buenos Aires el 1 de febrero de 1942 (30 años), casado y padre de dos chicos, Hernán y Mariana, de 4 y 5 años. Perteneciente a una familia muy modesta abandonó sus estudios para ingresar como obrero en Sudamtex y Nestlé. Detenido en febrero de 1971.

Eduardo Adolfo Capello
 (PRT-ERP). Nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1948 (24 años), estudiante de ciencias económicas y empleado. Detenido cuando intentaba expropiar un auto en febrero de 1971.


Mario Emilio Delfino (PRT-ERP). Nació en Rosario el 17 de septiembre de 1942 (29 años), casado. Estudió ingeniería en la Universidad de Santa Fe. Inició su militancia en Palabra Obrera, que confluiría en el PRT. Abandonó sus estudios universitarios para ingresar como obrero en el frigorífico Swift de Rosario, donde trabajó 5 años. Detenido el 14 de abril de 1970. El V congreso del PRT lo eligió miembro del Comité Central en ausencia.

Alberto Carlos del Rey (PRT-ERP). Nació en Rosario el 22 de febrero de 1949 (23 años), estudió ingeniería química en la Universidad de Rosario, donde se integró al PRT. Participó del congreso fundacional del ERP. Detenido el 27 de abril de 1971.

Alfredo Elías Kohon (FAR): Nació en Entre Ríos el 22 de marzo de 1945 (27 años), estudiaba ingeniería en la Universidad de Córdoba y trabajaba en una fábrica metalúrgica. Formó parte de los comandos Santiago Pampillón y fue fundador de las FAR local. Detenido el 29 de diciembre de 1970.

Clarisa Rosa Lea Place (PRT-ERP). Nació en Tucumán el 23 de diciembre de 1948 (23 años), estudió derecho en la Universidad de Tucumán, donde se integró al PRT. Participó del congreso fundacional del ERP. Detenida en diciembre de 1970 durante un control de rutina.

Susana Graciela Lesgart de Yofre (MONTONEROS). Nació en Córdoba el 13 de octubre de 1949 (22 años), maestra. Se radicó en Tucumán donde enseñaba y compartía la vida con los trabajadores cañeros. Fue una de las fundadoras de Montoneros en Córdoba. Detenida en diciembre de 1971.

José Ricardo Mena (PRT-ERP). Nació el 28 de marzo de 1951 en Tucumán (21 años), obrero azucarero. Integró los primeras grupos del PRT en Tucumán. Detenido tras la expropiación a un banco, en noviembre de 1970.

Miguel Ángel Polti (PRT-ERP). Nació en Córdoba el 11 de julio de 1951 (21 años), estudió ingeniería química en la Universidad de Córdoba, era hermano de José Polti, muerto en abril de 1971. Detenido en Córdoba, en julio de 1971.

Mariano Pujadas (MONTONEROS). Nació en Barcelona el 14 de junio de 1948 (24 años), fue fundador y dirigente de Montoneros en Córdoba. Participó en la toma de La Calera. Estaba a punto de terminar la carrera de ingeniero agrónomo cuando fue detenido en una redada, en junio de 1971.

María Angélica Sabelli (FAR). Nació en Buenos Aires el 12 de enero de 1949 (23 años), conoció a Carlos Olmedo cuando estudiaba en el Colegio Nacional Buenos Aires. Cursaba matemática en la facultad de ciencias exactas, trabajaba como empleada y como profesora de matemática y latín. Detenida en febrero de 1972 y salvajemente torturada.

Ana María Villareal de Santucho (PRT-ERP). Nació el 9 de octubre de 1935 (36 años), era compañera de Mario Roberto Santucho y madre de tres chicos. Licenciada en artes plásticas por la Universidad de Tucumán. Junto a Santucho empezó a militar en el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericano y Popular) que luego confluyó en el PRT. Detenida en un control de rutina en un colectivo.

Humberto Segundo Suarez (PRT-ERP). Nació en Tucumán el 1 de abril de 1947 (25 años), de origen rural, fue cañero, obrero de la construcción y oficial panadero. Detenido en marzo de 1971.


Humberto Adrián Toschi (PRT-ERP). Nació el 1 de abril de 1947 en Córdoba (25 años), trabajaba en una empresa familiar hasta que eligió ser obrero. Detenido, junto con Santucho y Gorriarán Merlo, en una redada el 30 de agosto de 1971.

Jorge Alejandro Ulla (PRT-ERP). Nació en Santa Fe el 23 de diciembre de 1944 (27 años), maestro; abandonó sus estudios para trabajar como obrero en una fábrica metalúrgica. Participó del congreso fundacional del ERP y en la primera operación armada. Detenido junto con Humberto Toschi en Córdoba, en agosto de 1971.


Sobrevivientes:

Maria Antonia Berger (MONTONEROS). Licenciada en sociología, había sido detenida el 3 de noviembre de 1971. Herida por una ráfaga de metralla logró introducirse en su celda, donde recibió un tiro de pistola; fue la última en ser trasladada a la enfermería. En la fecha de la masacre tenía 30 años. Secuestrada a mediados de 1979.

Alberto Miguel Camps (FAR). Estudiante, había sido detenido el 29 de diciembre de 1970. Eludió la metralla arrojándose dentro de su propia celda, donde fue baleado. En la fecha de la masacre tenía 24 años. Su cuerpo, enterrado como NN en el cementerio de Lomas de Zamora, fue identificado en el año 2000.

Ricardo René Haidar (MONTONEROS). Ingeniero químico, había sido detenido el 22 de febrero de 1972. Evadió las ráfagas de ametralladoras introduciéndose en su celda, donde fue herido. En la fecha de la masacre tenía 28 años. Secuestrado el 18 de diciembre de 1982.

Salvaron sus vidas porque los fusiladores los creyeron muertos. Los tres están desaparecidos.





Excluyendo las cuatro primeras fotografías, las restantes pertenecen al Archivo Nacional de la Memoria y provienen del diario "Jornada" de la provincia de Chubut.


El documental "NI OLVIDO NI PERDON" sobre la masacre de Trelew, de Raymundo Gleyzer, compañero del Partido, quien será secuestrado el 27 de mayo de 1976, permaneciendo desaparecido desde entonces.

"NI OLVIDO NI PERDON"



                                RAYMUNDO GLEYZER


                                             

17 agosto, 2015

ANTONIO DEL CARMEN FERNANDEZ, EL NEGRITO -

Desde que nosotros estábamos en el Sindicato se tomó 16 veces la fábrica, en todo esto andaba Santucho, la gente lo apreciaba mucho, y decía que no interesaba como pensaba él, si era comunista pero venia a luchar por nosotros. Ya se deben imaginar cómo nos poníamos de contentos. Fue así que lo hicieron hablar en asambleas varias veces. Les aclaro que cuando había muchos paros la gente le decía que sería lindo dejar un jornal todos los meses para comprar armas porque con hondas ya no hacíamos nada”... 
Quien hacía este relato era el negrito Fernández, obrero azucarero del ingenio San José en Tucumán, fundador del PRT-ERP y dirigente sindical. 

Nació en el mismo pueblo del ingenio cuyo sindicato dirigió, el 8 de mayo de 1938 y cae masacrado en Capilla del Rosario, prov. de Catamarca el 12 de agosto de 1974.



Mario Roberto Santucho, en el combatiente Nº 131, decía: 

Antonio nació y se crió en el ingenio San José de Tucumán. Hijo único, trabajó desde chico para ayudar a su madre con quien afrontó todas la dificultades de las familias humildes en la sociedad capitalista. Tuvo que dejar la escuela en 2º grado, apremiado por la necesidad, y ya mayor de edad, consiguió trabajo en la fábrica azucarera San José. Durante varios años fue un trabajador más cuya única preocupación era el sostenimiento del hogar y de su madre, hasta que en 1961 fue conmovido por una oleada de huelgas azucareras. 

Ello, en él, despertó el interés por las cuestiones sindicales y políticas y en el ’64 fue unos de los iniciadores de la lucha por la recuperación del Sindicato de Obreros de Fábrica y de Surco, de. Ingenio San José. Ese año, la fábrica fue tomada más de 10 veces, primero por el reconocimiento de la nueva comisión, después por distintos problemas reivindicativos. Al mismo tiempo que se inició en la lucha sindical, el Negrito Fernández, como parte de un grupo de compañeros de la fábrica, tomó contacto con nuestro partido, en aquella época en periodo de formación bajo la denominación FRIP-Palabra Obrera, por el nombre de los grupos originarios. 

Desde su primer contacto con el marxismo-leninismo, desde los primeros cursos de iniciación política, abrazó con pasión la ideología de su clase; comprendió la necesidad de la revolución socialista y se hizo cargo de su responsabilidad como obrero de vanguardia, destacándose en la célula que se empezó a formar por su rápida y clara asimilación a los aspectos esenciales de la teoría revolucionaria y por su actitud innata a convertirla a diario en acción. 

Desde entonces, pese a que tenía grandes dificultades para leer, se dedicó con fervor al estudio de los clásicos, principalmente Marx y Lenin, costumbre que mantuvo con constancia en toda su vida militante. Se puede afirmar que el Negrito aprendió a leer por su propia cuenta con los textos marxistas, ayudándose pacientemente con un diccionario.


en la imagen: Benito Urteaga, Mario R. Santucho y el Negrito Fernández

1965/66 fueron años de vigorosas luchas proletarias y, entre ellas,  las movilizaciones de los obreros azucareros tomaron importancia nacional. Antonio Fernández, Secretario Adjunto del Sindicato San José y miembro del Secretariado de la Regional de Tucumán del PRT, fue un pilar fundamental en esas enérgicas luchas. Ocupaciones de fábricas con rehenes, concentraciones, manifestaciones callejeras, acciones armadas, choques con la policía, elecciones de diputados obreros, unidad obrero-campesina, unidad obrero-estudiantil, congresos de delegados seccionales de FOTIA, asambleas populares de la Provincia, liberación de detenidos, se sucedieron y entremezclaron en años de complejas experiencias. 

El cierre de dieciséis ingenios azucareros en Tucumán, entre ellos el San José, dejó sin trabajo al Negrito, en el marco de un retroceso general de la lucha proletaria y popular, derrotada por la “revolución argentina. Su breve experiencia había enseñado a nuestro joven Partido que sólo por el camino de la revolución es posible el triunfo de la clase obrera.


A principios de 1974, fue designado para la formación de la primera Compañía de Monte del ERP. Con esta nueva responsabilidad, Antonio Fernández volvió a Tucumán. Participó del periodo de instrucción de la nueva unidad integrando su Estado Mayor hasta la toma de Acheral. Cuando la Compañía de Monte contó con un núcleo eficaz de cuadros, volvió a la ciudad de Tucumán, al Secretariado Regional, en momentos de un incipiente auge de masas en aumento. 


En estas circunstancias se resolvió su participación en la acción de Catamarca, que consistía en el ataque al Regimiento 17º de Infantería Aerotransportada, operación que resultó una grave derrota para las fuerzas revolucionarias. Marchó al combate con su decisión característica. Al producirse los primeros enfrentamientos con la policía, quedó aislado en territorio enemigo junto a veintiséis compañeros. De los 27 compañeros aislados, tres lograron regresar a Tucumán, algunos fueron detenidos en la ciudad de Catamarca y el resto del grupo quedó con el Negrito. Todos fueron abatidos. El cadáver del Negrito Fernández fue identificado por sus familiares…


De él rescatamos hoy su abnegación, su claridad política, la lealtad a su clase, su combatividad, su conducta proletaria, su moral revolucionaria, sus principios inclaudicables, todos ellos hasta la entrega de su propia vida por cambiar este sistema de injusticia, explotación y opresión, cuyos efectos se han agravado desde entonces.


Todo el texto precedente tomado de la página: prt-argentina.com.ar



El siguiente texto tomado de: revistasudestada.com.ar


        Apuntes de un sueño armado (trecho)


Antonio del Carmen Fernández, el Negrito, fue uno de cientos de hombres y mujeres del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Sus pasos son símbolo, reflejo y enseñanza de una época. Su historia es una entre miles. Su vida es crónica de una organización política que utilizó la lucha armada como herramienta en busca de un sueño.

1. El viento calcinante agitaba apenas el cañaveral. Fue un segundo. Dos siluetas invisibles, un rumor. Después, nada. Para cuando los matones de los Frías Silva volvieron a buscar con la vista movimientos sospechosos, sólo el sonido de las chicharras se distinguía en la plantación. Por las dudas, se mantuvieron alertas, al menos hasta que el rumor de la movilización de cañeros avanzando del lado opuesto del ingenio los obligó a abandonar su lugar. Ya venían... Panza abajo, protegidos por la espesura, las dos siluetas invisibles murmuraban. Ya llegan, es ahora, dijo uno. El otro no dudó, prendió la molotov y, en tres movimientos, se paró y la lanzó con precisión contra el puesto de la guardia. El fuego, en la maloja reseca, explotó. Y comenzó a ganar el cañaveral. Ahora sin cuidados, Robi y el Negrito abandonaron su refugio para salir corriendo hacia la tranquera. Atrás, las lenguas de fuego invadían el ingenio San José. Atrás, los matones de los Frías Silva se dispersaban confusamente ante el ataque por la retaguardia. La multitud de cañeros aprovechó el estallido del fuego para avanzar y ocupar con fiereza el ingenio. En un rato, las siluetas invisibles se sumaban al grupo que tomaba el imperio de los Frías Silva.
Antonio Enrique del Carmen Fernández se llamaba una de las dos siluetas sigilosas que esa tarde incendiaron el cañaveral. El Negrito, le decían, y desde los ocho años había dejado el colegio en segundo grado para incorporarse a la zafra. Hijo único de doña Lucía, sirvienta de los patrones, el Negrito había sido también limpiabotas y, cuando podía, entrenaba para boxeador. Para sus compañeros del ingenio San José, fue con los años erigiéndose en una referencia de lucha durante la oleada de huelgas en la industria azucarera, a principios de los sesenta, en Tucumán. Escuchaba, en silencio y con respeto, el relato de los viejos cañeros que en los cuarenta habían protagonizado una huelga grande que duró 45 días por el cierre de unos seis ingenios, con policía, ejército y muertos incluidos. Muchos años después, cuando ya había aprendido a leer y escribir, el Negrito se encargaría de poner sobre papel los detalles del régimen de explotación extrema al que eran sometidos: "Esto es lo que recordaba la gente vieja: decían que se los trataba como animales, y que no los amparaba ninguna ley de trabajo; decían que en la fábrica se trabajaba 16 horas por día; recordaban que en un tiempo les daban de comer en bationes que tenían en la fábrica. Esto lo hacían para ganar más tiempo en la producción, decían que había que andar más rápido, también llegaron a usar el látigo. (...) En el cerco el trabajo es más duro y sacrificado. ¿Por qué? Porque los obreros tenían que levantarse más temprano para ir al surco a las dos o tres de la mañana".
"También decían que cuando un compañero quería que sus hijos aprendan a leer, los patrones trataban de desmoralizarlos, que no pierdan el tiempo, cómo lo iban a estar manteniendo, que lo lleven a trabajar con ellos al cerco; le decían los patrones: ¿acaso vos no te has criado trabajando? El día de mañana se cría y se te manda a mudar a Buenos Aires. ¿Qué remediás? Algunos les contestaban que ya que ellos no habían tenido esa suerte de aprender a leer que la tengan sus hijos para que el día de mañana sepan defenderse. Esto no le gustaba a los patrones", contaba el Negrito.
También escuchaba el Negrito el relato de los zafreros cuando se referían al "Familiar". En ese momento, bajaban la voz, cuchicheaban casi el acuerdo entre aquel monstruo que se aparecía por las noches y los patrones, que lo contrataban para sacarse de encima laburantes rebeldes: "Los patrones tenían un poder muy grande, un contrato con el 'Familiar' que era hijo del Diablo, lo que pasaba era que cuando un obrero quería organizar algo con el conjunto para protestar por las injusticias decían que la patronal lo hacía citar a una hora determinada de la noche y los patrones agarraban, lo mataban y después la respuesta que le daban a la gente, le decían que el 'Familiar' lo había llevado porque había protestado y le faltó el respeto al patrón. De esa manera conseguían que la gente no se organizara y que tenga un pánico espantoso. Compañeros, les aclaro que la gente todavía es creyente en estas cosas, en el asunto de brujos y de demonios, en la zona montañosa. Todo esto les debe dar una idea de que no era fácil organizar a los compañeros"...




15 agosto, 2015

NIETAS, NIETOS - BERSUIT VERGARABAT - VICTORIA CLARA -




Todavía faltan aparecer casi 400 nietas y nietos de las "ABUELAS DE PLAZA DE MAYO", robados a sus madres en cautiverio, luego de dar a luz, estando secuestradas. Después la desaparición forzada.

Es importante y cada vez más apremiante que quienes nacieron aprox. entre 1975-1982 y sientan dudas de la identidad que poseen o por motivos  diversos sospechen que pudieron ser adoptados, se acerquen a la sede de "Abuelas" personalmente o por teléfono, y personal especializado a lo largo de todos estos años, pueda ayudarlos.

No están obligados a nada, la posibilidad de llegar a la verdad la tenen ustedes.

El próximo año se cumplirán 40 años de aquel nefasto 24 de marzo y muchas abuelas nos van dejando sin la mínima esperanza del encuentro.

Además en la mayoría de los casos hay más familiares que esperan y en muy pocos casos el padre sobreviviente, buscando y esperando.

Dirección: Virrey Cevallos 592 PB 1 - (C1077AAJ) C.A.B.A.

Teléfono: (011) 4384-0983

HUGO CACCIAVILLANI - El TUPA VICENTE -


En la entrada del 15 de marzo pasado, "Mary y Felipe", cuento aquellos días de invierno de 1974 cuando conocimos al tupa "Vicente". Tuvimos que "guardarlo" absolutamente en nuestra casita durante un par de semanas. Días plenos de encanto y fascinación por las historias que nuestro ilustre "huesped" nos relataba cada noche, al regresar de nuestras actividades diarias, mientras devorábamos el menú que improvisaba el tupa durante el día, para hacer más llevadero ese tiempo de encierro y espera.

El tupamaro Vicente y su regreso a Salto. (texto tomado de elortiba.org)

El hallazgo de un desaparecido (22/11/08)

Llegan hoy a Uruguay los restos de Hugo Cacciavillani, ejecutado por el Ejército en 1974. E
stuvo sepultado como NN durante 34 años.



Un emprendimiento familiar. La reapertura de la causa y la exhumación del cuerpo fueron posibles gracias a la búsqueda de Eduardo Arzuaga (centro), primo del militante fusilado.

En aquel invierno de 1974, Hugo Cacciavillani ya no era Hugo. Desde hacía años había elegido ser “Vicente” y así había partido desde Uruguay para luchar por una
Latinoamérica más justa”.

El 11 de agosto de 1974, a los 22 años, perdió la vida fusilado por el Ejército argentino. Ese día, en los montes catamarqueños, perdió además su identidad. Ya no fue Hugo. Tampoco Vicente. Su cuerpo acribillado esperó 34 años sepultado como NN en un cementerio municipal.

Hoy, los restos del militante tupamaro fusilado en la “Masacre de Capilla del Rosario” volverán a Salto, su patria chica. Su tumba recuperará su nombre y también su historia. Las autoridades nacionales uruguayas buscaron hacer la presentación, pero no lo habrían logrado.

Hugo Enrique Cacciavillani Caligari fue uno de los 16 guerrilleros de la mítica Compañía de Monte “Ramón Rosa Jiménez”, asesinados el 11 de agosto de 1974, a un puñado de kilómetros de distancia de la capital de Catamarca. El comando, encabezado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), había planeado ingresar al Regimiento de Tropas Aerotransportadas número 17 para conseguir armamento. La Unidad Militar contaba con una dotación de 800 hombres y un poderoso arsenal.

La acción salió mal.

Los 42 militantes fueron descubiertos mientras cambiaban sus ropas, subidos a un colectivo escolar. Un hombre alertó a la policía y el combate se precipitó. Parte del grupo logró escapar hacia el monte. Otra fue detenida en las inmediaciones de la ciudad. La tercera corrió la peor suerte. Intentó reorganizarse en el paraje Capilla del Rosario pero fue rodeado rápidamente por 300 efectivos del Ejército. Los guerrilleros entregaron sus armas y se rindieron. Sin embargo, horas después fueron fusilados.

En el grupo había dos jóvenes uruguayos, Cacciavillani y Rutilio Betancourt Roth. Ambos eran tupamaros, miembros del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y, en Argentina, integrantes de la Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR), que organizó la acción. “Vicente” había estado preso en 1970 en la cárcel uruguaya de Punta de Rieles y al salir viajó a Chile para sumarse al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Luego del golpe de Estado de Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende, abandonó el país trasandino y se instaló en Argentina.

Creemos que antes de ser fusilado estaba viviendo en San Justo con su mamá. Ella había viajado para estar con su hijo y después de la masacre fue detenida en esa casa”, reconstruye 34 años después Eduardo Arzuaga, primo de Hugo Cacciavillani y uno de los familiares que regresó a Salto con sus restos.

Nidia Caligari fue víctima del Plan Cóndor. Pasó detenida tres años en los penales de Olmos y Villa Devoto, y en 1977 fue liberada en la ciudad de Colonia del Sacramento (Uruguay) sin documentos. Allí fue secuestrada, llevada a Montevideo y torturada por los militares de la dictadura uruguaya. Finalmente, la mamá de Cacciavillani logró obtener el asilo en Inglaterra, donde vivió hasta 1985.

Eduardo Arzuaga comenzó la búsqueda de verdad y justicia movilizado por la tristeza de su tía Nidia, quien murió hace una década preguntándose dónde estaba el cuerpo de su “negrito”. 

Un año mayor que su primo, Eduardo había pasado su infancia con Hugo jugando en la casa de sus abuelos maternos. “Era un chiquilín muy querido, de sonrisa fácil y muy solidario. Se había educado en un colegio salesiano y estaba muy vinculado a la idea de la justicia social. Murió en defensa de sus ideales”, se emociona Eduardo.

Treinta años después de la masacre, familiares y organismos de derechos humanos lograron reabrir la causa en Catamarca. Además de investigar sobre los responsables de los fusilamientos de Capilla del Rosario, la Justicia ordenó la exhumación de cinco cuerpos que estaban enterrados en el cementerio municipal y que según se presumía correspondían a los guerrilleros asesinados y luego desaparecidos.

El año pasado, el Equipo Argentino de Antropología Forense logró identificar a dos de los cinco cuerpos. Eran el de Betancourt Roth y el del santiagueño Alberto Rosales Sánchez. En septiembre, los estudios reconocieron a Cacciavillani. Dos semanas atrás, la familia viajó a Catamarca para recuperarlo y llevarlo de regreso a Salto.

“Fue tremendamente emocionante. Tomamos contacto con personas que estuvieron con él, nos contaron que habían entablado una especial amistad. Ahora es necesario justicia
(1) porque los represores están libres. Es la única manera de cerrar un capítulo histórico”, señala Eduardo, mientras organiza la ceremonia que hoy por la mañana acompañará el entierro en el cementerio de Salto, junto a la tumba de su mamá. 

Su familia y sus compañeros eligieron para ese instante la letra de una canción, la “Milonga del Fusilado”: “No me pregunten quién soy, ni si me habían conocido, los sueños que había querido, crecerán aunque no estoy”.

(1) ver "Justicia después de 37 años", en la entrada anterior




MASACRE DE CAPILLA DEL ROSARIO - 10-12 de AGOSTO de 1974

Trechos tomados de elortiba.org del artículo escrito por Daniel Benjamín Saseta 


Todo empezó el 9 de agosto 1974, cuando medio centenar de integrantes del ERP y del Partido Revolucionario de los Trabajadores iniciaron una temeraria operación armada que consistía en robar de los cuarteles del Regimiento 17 de Infantería Aerotransportada de Catamarca pertrechos de guerra. 

La operación se llevaría a cabo en forma simultánea con otra similar en la fábrica de pólvora de Villa María, Córdoba, que a diferencia de la intentona local tuvo relativo éxito y no terminó en desastre.

El grupo había partido del campamento base “La Horqueta”, de la compañía de monte “
Ramón Rosa Jimenez”, en plena selva tucumana. Eran 47 jóvenes que no superaban los 30 años y estaban bajo el mando del santiagueño Hugo Alfredo Irurzún, cuyo nombre de guerra era “Capitán Santiago”.

La misión del llamado “intento de copamiento” consistía en ingresar sorpresivamente a la base militar que contaba con una dotación de soldados que superaba el medio millar. El plan iba a contrapelo de lo que indicaban los reglamentos de la guerrilla que dictaban los movimientos del ERP, una idea que estaba destinada al fracaso total y absoluto.


La intentona

El grupo llegó a Catamarca a bordo de un ómnibus Mercedes Benz alquilado y en las proximidades de Banda de Varela el chofer fue reducido. Allí debía hacer contacto con una camioneta Chevrolet y un camión frutero en el que viajaba oculto el armamento para llevar a cabo la operación. Éste incluía fusiles FAL, escopetas Itaca y pistolas ametralladoras PAM.

En el lugar escogido para hacer base los guerrilleros comenzaron a cambiar sus ropas y en esos momentos fueron observados por dos jóvenes que pasaban circunstancialmente en bicicleta. Los saludaron y siguieron su camino. Y cometieron el primero error: dejaron ir a quienes los delatarían ante la policía minutos después.

Policías pertenecientes a la Dirección de Investigaciones y de la comisaría Tercera se trasladaron hasta el lugar a observar qué pasaba y entonces se produjo el primer enfrentamiento armado, que dejó un saldo de dos guerrilleros muertos y varios policías heridos.

El plan para robar las armas había comenzado a desandar el camino del fracaso. El repliegue fue inmediato y desordenado, en tres grupos que correrían distinta suerte. Irurzún y varios de guerrilleros emprendieron la huída por la ruta provincial Nº 1. En el camino despojaron de sus automóviles a una mujer y a un cura y en ellos llegaron hasta la base “La Horqueta”, en la selva del sur tucumano.

Otros guerrilleros se dispersaron y trataron de salir de la provincia por distintos medios. La mayoría, trece en total, fueron aprehendidos en la Terminal de ómnibus y en otros sectores del Valle Central. 

Siete años después serían sometidos a juicio, en un proceso judicial que como todos los llevados a cabo durante la dictadura militar vulneró el derecho de defensa en juicio: los condenados ni siquiera vieron la cara del juez que los condenó ni se les informó de qué estaban acusados. Sólo se les hizo saber que habían sido condenados.

Muerte en el cañadón

La tercera fracción del grupo que intentó la operación militar, entre 16 y 18 guerrilleros, quedaron al mando de Antonio del Carmen “Negrito” Fernández, un integrante del buró político del ERP-PRT cuya participación en una operación armada sería objeto de una severa autocrítica en el seno de la agrupación política de izquierda.

El reducido grupo quedó aislado en las lomadas adyacentes a la Capilla del Rosario. En un acto de ingenuidad, dos de sus integrantes bajaron hacia San José de Piedra Blanca a comprar pan y fueron detenidos y obligados mediante torturas a informar el lugar en el que se encontraban sus compañeros.

Cuando la policía se acercó a las proximidades de la Capilla del Rosario el oficial de policía Ramón Acevedo, que guiaba a las fuerzas de seguridad porque conocía la zona, cayó muerto de un balazo disparado por los miembros del ERP.

La muerte del policía Acevedo se transformó en la excusa ideal para tomar represalias desmedidas. En Catamarca confluyeron efectivos del RI 17 y del Tercer Cuerpo de Ejército con sus helicópteros y armamento sofisticado para la época. También participaron del ataque al grupo insurgente policías locales y de la Federal.

Los diarios de la época informaron sobre la refriega armada: 16 guerrilleros habían sido abatidos por el Ejército y otros tantos se encontraban detenidos. Entonces no se indagó cómo ocurrieron los hechos. Los vencedores fueron tratados como héroes de la Nación e incluso recibieron las felicitaciones de la entonces presidenta Isabelita. 

Sin embargo, a partir de ese momento, sobrevoló el fantasma de la masacre. Las heridas que presentaban los guerrilleros fallecidos denotaban que habían sido masacrados. En los protocolos de autopsia confeccionados en aquella época tres médicos forenses indicaron claramente las lesiones que presentaba cada uno de los cadáveres: todas eran sugestivamente realizadas con armas de fuego en zonas frontales o vitales, a corta distancia e incluso varias en los miembros superiores, un claro indicador de que las víctimas habían intentado cubrirse con sus manos y brazos, protegerse ya inermes de una ejecución. 


Justicia, después de 37 años

18 de marzo de 2011. La Justicia dictó prisión preventiva para tres represores

La Justicia Federal de Catamarca dictó la prisión preventiva para Jorge Acosta, Mario Nakagama y Carlos Eduardo Carrizo Salvadores acusados por el fusilamiento de 16 integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en el marco de la causa que los investiga como gestores de la denominada "Masacre de Capilla del Rosario", ocurrida en agosto de 1974.

La decisión fue firmada por el juez federal catamarqueño Ricardo Moreno, luego de que los represores fueran indagados, acusados del delito de "homicidio doblemente calificado por alevosía y por ser cometido como integrante de una fuerza de seguridad".

El fallo señala que Nakagama "cumplía funciones de grado de subteniente y jefe de la Sección Morteros Pesados en el Regimiento Aerotransportado 17 de Catamarca y realizó acciones necesarias a los fines que se produzca el resultado buscado, que no era otro que el aniquilamiento de los miembros del ERP".

Además, según el texto, de acuerdo con el "cuadro probatorio le cabe al imputado Carrizo Salvadores, responsabilidad penal en las secuencias que concluyeron con la muerte de los miembros del ERP señalados, que fueron ultimados cuando ya se encontraban rendidos ante las fuerzas militares".

"De los testimonios recogidos surge más que evidente que Nakagama cumplió un rol preponderante dando la seguridad al Coronel Cubas para que pueda impartir las órdenes de aniquilamiento", agrega la resolución dada a conocer por la agencia oficial.

En cuanto a Acosta, que al momento de los hechos era parte del Regimiento de Infantería 17 y estaba a cargo de parte de la compañía "B" de tiradores, "habría producido el fusilamiento de los insurgentes". En este sentido, se determinó que Acosta realizó "acciones necesarias a los fines de que se produzca el resultado buscado cuando los miembros del ERP, se encontraban en el monte, fueron rodeados por las fuerzas de seguridad y pese a rendirse, fueron fusilados con armas, según pruebas conlcuyentes".


Los fusilados:

Rutilio Betancourt Roth
Luis Billinger
Hugo Cacciavillani
Antonio "Negrito" Fernández
Carlos Gutiérrez
Crescencio Ibañes
Roberto Jérez
Juan Carlos Lescano
Mario Lescano
Luis López
José María Molina
Héctor Moreno

Alberto Rosales
Norberto Carlos Rufino
Raúl Sainz
Francisco Scocimarro