17 agosto, 2015

ANTONIO DEL CARMEN FERNANDEZ, EL NEGRITO -

Desde que nosotros estábamos en el Sindicato se tomó 16 veces la fábrica, en todo esto andaba Santucho, la gente lo apreciaba mucho, y decía que no interesaba como pensaba él, si era comunista pero venia a luchar por nosotros. Ya se deben imaginar cómo nos poníamos de contentos. Fue así que lo hicieron hablar en asambleas varias veces. Les aclaro que cuando había muchos paros la gente le decía que sería lindo dejar un jornal todos los meses para comprar armas porque con hondas ya no hacíamos nada”... 
Quien hacía este relato era el negrito Fernández, obrero azucarero del ingenio San José en Tucumán, fundador del PRT-ERP y dirigente sindical. 

Nació en el mismo pueblo del ingenio cuyo sindicato dirigió, el 8 de mayo de 1938 y cae masacrado en Capilla del Rosario, prov. de Catamarca el 12 de agosto de 1974.



Mario Roberto Santucho, en el combatiente Nº 131, decía: 

Antonio nació y se crió en el ingenio San José de Tucumán. Hijo único, trabajó desde chico para ayudar a su madre con quien afrontó todas la dificultades de las familias humildes en la sociedad capitalista. Tuvo que dejar la escuela en 2º grado, apremiado por la necesidad, y ya mayor de edad, consiguió trabajo en la fábrica azucarera San José. Durante varios años fue un trabajador más cuya única preocupación era el sostenimiento del hogar y de su madre, hasta que en 1961 fue conmovido por una oleada de huelgas azucareras. 

Ello, en él, despertó el interés por las cuestiones sindicales y políticas y en el ’64 fue unos de los iniciadores de la lucha por la recuperación del Sindicato de Obreros de Fábrica y de Surco, de. Ingenio San José. Ese año, la fábrica fue tomada más de 10 veces, primero por el reconocimiento de la nueva comisión, después por distintos problemas reivindicativos. Al mismo tiempo que se inició en la lucha sindical, el Negrito Fernández, como parte de un grupo de compañeros de la fábrica, tomó contacto con nuestro partido, en aquella época en periodo de formación bajo la denominación FRIP-Palabra Obrera, por el nombre de los grupos originarios. 

Desde su primer contacto con el marxismo-leninismo, desde los primeros cursos de iniciación política, abrazó con pasión la ideología de su clase; comprendió la necesidad de la revolución socialista y se hizo cargo de su responsabilidad como obrero de vanguardia, destacándose en la célula que se empezó a formar por su rápida y clara asimilación a los aspectos esenciales de la teoría revolucionaria y por su actitud innata a convertirla a diario en acción. 

Desde entonces, pese a que tenía grandes dificultades para leer, se dedicó con fervor al estudio de los clásicos, principalmente Marx y Lenin, costumbre que mantuvo con constancia en toda su vida militante. Se puede afirmar que el Negrito aprendió a leer por su propia cuenta con los textos marxistas, ayudándose pacientemente con un diccionario.


en la imagen: Benito Urteaga, Mario R. Santucho y el Negrito Fernández

1965/66 fueron años de vigorosas luchas proletarias y, entre ellas,  las movilizaciones de los obreros azucareros tomaron importancia nacional. Antonio Fernández, Secretario Adjunto del Sindicato San José y miembro del Secretariado de la Regional de Tucumán del PRT, fue un pilar fundamental en esas enérgicas luchas. Ocupaciones de fábricas con rehenes, concentraciones, manifestaciones callejeras, acciones armadas, choques con la policía, elecciones de diputados obreros, unidad obrero-campesina, unidad obrero-estudiantil, congresos de delegados seccionales de FOTIA, asambleas populares de la Provincia, liberación de detenidos, se sucedieron y entremezclaron en años de complejas experiencias. 

El cierre de dieciséis ingenios azucareros en Tucumán, entre ellos el San José, dejó sin trabajo al Negrito, en el marco de un retroceso general de la lucha proletaria y popular, derrotada por la “revolución argentina. Su breve experiencia había enseñado a nuestro joven Partido que sólo por el camino de la revolución es posible el triunfo de la clase obrera.


A principios de 1974, fue designado para la formación de la primera Compañía de Monte del ERP. Con esta nueva responsabilidad, Antonio Fernández volvió a Tucumán. Participó del periodo de instrucción de la nueva unidad integrando su Estado Mayor hasta la toma de Acheral. Cuando la Compañía de Monte contó con un núcleo eficaz de cuadros, volvió a la ciudad de Tucumán, al Secretariado Regional, en momentos de un incipiente auge de masas en aumento. 


En estas circunstancias se resolvió su participación en la acción de Catamarca, que consistía en el ataque al Regimiento 17º de Infantería Aerotransportada, operación que resultó una grave derrota para las fuerzas revolucionarias. Marchó al combate con su decisión característica. Al producirse los primeros enfrentamientos con la policía, quedó aislado en territorio enemigo junto a veintiséis compañeros. De los 27 compañeros aislados, tres lograron regresar a Tucumán, algunos fueron detenidos en la ciudad de Catamarca y el resto del grupo quedó con el Negrito. Todos fueron abatidos. El cadáver del Negrito Fernández fue identificado por sus familiares…


De él rescatamos hoy su abnegación, su claridad política, la lealtad a su clase, su combatividad, su conducta proletaria, su moral revolucionaria, sus principios inclaudicables, todos ellos hasta la entrega de su propia vida por cambiar este sistema de injusticia, explotación y opresión, cuyos efectos se han agravado desde entonces.


Todo el texto precedente tomado de la página: prt-argentina.com.ar



El siguiente texto tomado de: revistasudestada.com.ar


        Apuntes de un sueño armado (trecho)


Antonio del Carmen Fernández, el Negrito, fue uno de cientos de hombres y mujeres del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Sus pasos son símbolo, reflejo y enseñanza de una época. Su historia es una entre miles. Su vida es crónica de una organización política que utilizó la lucha armada como herramienta en busca de un sueño.

1. El viento calcinante agitaba apenas el cañaveral. Fue un segundo. Dos siluetas invisibles, un rumor. Después, nada. Para cuando los matones de los Frías Silva volvieron a buscar con la vista movimientos sospechosos, sólo el sonido de las chicharras se distinguía en la plantación. Por las dudas, se mantuvieron alertas, al menos hasta que el rumor de la movilización de cañeros avanzando del lado opuesto del ingenio los obligó a abandonar su lugar. Ya venían... Panza abajo, protegidos por la espesura, las dos siluetas invisibles murmuraban. Ya llegan, es ahora, dijo uno. El otro no dudó, prendió la molotov y, en tres movimientos, se paró y la lanzó con precisión contra el puesto de la guardia. El fuego, en la maloja reseca, explotó. Y comenzó a ganar el cañaveral. Ahora sin cuidados, Robi y el Negrito abandonaron su refugio para salir corriendo hacia la tranquera. Atrás, las lenguas de fuego invadían el ingenio San José. Atrás, los matones de los Frías Silva se dispersaban confusamente ante el ataque por la retaguardia. La multitud de cañeros aprovechó el estallido del fuego para avanzar y ocupar con fiereza el ingenio. En un rato, las siluetas invisibles se sumaban al grupo que tomaba el imperio de los Frías Silva.
Antonio Enrique del Carmen Fernández se llamaba una de las dos siluetas sigilosas que esa tarde incendiaron el cañaveral. El Negrito, le decían, y desde los ocho años había dejado el colegio en segundo grado para incorporarse a la zafra. Hijo único de doña Lucía, sirvienta de los patrones, el Negrito había sido también limpiabotas y, cuando podía, entrenaba para boxeador. Para sus compañeros del ingenio San José, fue con los años erigiéndose en una referencia de lucha durante la oleada de huelgas en la industria azucarera, a principios de los sesenta, en Tucumán. Escuchaba, en silencio y con respeto, el relato de los viejos cañeros que en los cuarenta habían protagonizado una huelga grande que duró 45 días por el cierre de unos seis ingenios, con policía, ejército y muertos incluidos. Muchos años después, cuando ya había aprendido a leer y escribir, el Negrito se encargaría de poner sobre papel los detalles del régimen de explotación extrema al que eran sometidos: "Esto es lo que recordaba la gente vieja: decían que se los trataba como animales, y que no los amparaba ninguna ley de trabajo; decían que en la fábrica se trabajaba 16 horas por día; recordaban que en un tiempo les daban de comer en bationes que tenían en la fábrica. Esto lo hacían para ganar más tiempo en la producción, decían que había que andar más rápido, también llegaron a usar el látigo. (...) En el cerco el trabajo es más duro y sacrificado. ¿Por qué? Porque los obreros tenían que levantarse más temprano para ir al surco a las dos o tres de la mañana".
"También decían que cuando un compañero quería que sus hijos aprendan a leer, los patrones trataban de desmoralizarlos, que no pierdan el tiempo, cómo lo iban a estar manteniendo, que lo lleven a trabajar con ellos al cerco; le decían los patrones: ¿acaso vos no te has criado trabajando? El día de mañana se cría y se te manda a mudar a Buenos Aires. ¿Qué remediás? Algunos les contestaban que ya que ellos no habían tenido esa suerte de aprender a leer que la tengan sus hijos para que el día de mañana sepan defenderse. Esto no le gustaba a los patrones", contaba el Negrito.
También escuchaba el Negrito el relato de los zafreros cuando se referían al "Familiar". En ese momento, bajaban la voz, cuchicheaban casi el acuerdo entre aquel monstruo que se aparecía por las noches y los patrones, que lo contrataban para sacarse de encima laburantes rebeldes: "Los patrones tenían un poder muy grande, un contrato con el 'Familiar' que era hijo del Diablo, lo que pasaba era que cuando un obrero quería organizar algo con el conjunto para protestar por las injusticias decían que la patronal lo hacía citar a una hora determinada de la noche y los patrones agarraban, lo mataban y después la respuesta que le daban a la gente, le decían que el 'Familiar' lo había llevado porque había protestado y le faltó el respeto al patrón. De esa manera conseguían que la gente no se organizara y que tenga un pánico espantoso. Compañeros, les aclaro que la gente todavía es creyente en estas cosas, en el asunto de brujos y de demonios, en la zona montañosa. Todo esto les debe dar una idea de que no era fácil organizar a los compañeros"...




No hay comentarios.:

Publicar un comentario